jueves, 10 de diciembre de 2009

TEMA 7. MODELOS DE LA EDUCACIÓN ARTÍSTICA
Vivimos en un mundo en el que reina el consumismo, la competitividad, la producción y el rendimiento, en el que todo tipo de imágenes están al alcance de cualquiera, en el que cualquiera puede crear imágenes (cámaras fotográficas, de video…) y además puede transformarlas, estamos rodeados de teorías constructivistas y culturales del conocimiento, en el que es más importante aparentar que ser.

En poco tiempo el mundo ha cambiado demasiado, en las escuelas se trata con niños que poco tienen que ver con los de hace 15 años. La educación presenta nuevas necesidades. El diseño curricular oficial de la Educación Plástica y Visual trata a los alumnos como marionetas en un mundo visual globalizado.
La asignatura de Educación Artística en las escuelas pocas veces se entiende verdaderamente como lo que es. Existen distintas visiones hacia la Educación Artística. Hay quien piensa que la educación artística sirve para aprovechar el tiempo libre en una actividad que entretenga y que sea agradable, para que los niños descansen y se relajen. Otras personas conciben la Educación Artística como pasatiempo, para tener un rato ocupado, para jugar o tener algo que hacer. Y, por último, una visión más negativa piensa que la educación artística no sirve para nada provechoso, no es un estudio serio.


Sin embargo esto no es así, de hecho tiene la enorme responsabilidad de enseñar a los niños aspectos que no aprenderán en las demás asignaturas, que son más importantes para el niño que, por ejemplo, saber resolver una raíz cuadrada.
En este tema abordamos todo lo que tiene que ver con la enseñanza de esta asignatura en las escuelas, los diferentes modelos que se utilizan, y lo más importante, el modelo que debemos adoptar para ejercer bien en el futuro como docentes.
El primero de los modelos (por orden cronológico de aparición), es el modelo de la Educación Artística basado en el proceso, vinculado al sistema educativo. Este modelo se basa en la destreza, el objetivo es hacer objetos bellos, bien hechos técnicamente e incluso recurriendo al mimetismo. Es el más antiguo, data del siglo XVIII, pero aún podemos utilizar algunos elementos de éste, es interesante que los alumnos aprendan hábitos de orden y autodisciplina en el trabajo.

De hecho resulta beneficioso para varios aspectos: nos ayuda a dominar la psicomotricidad fina, desarrolla la capacidad de planificación, la visión espacial, refuerza la capacidad de atención, desarrolla la apreciación y la expresión estética, además a los niños les suele encantar.
Pero ésto no es suficiente, este modelo se cae por su propio peso. En primer lugar, actualmente no hay necesidad alguna de hacer obras realistas, ya existen las cámaras fotográficas para captar la realidad. Además no es necesario crear siempre obras bellas ni perfectas técnicamente. Hay obras magníficas que buscan otros objetivos. Por último hay que hacer comprender al niño que no hay una forma única de ver la realidad, sino una serie ilimitada de formas de expresarse.

Por otra parte está el modelo de la Educación Artística para la creatividad y la autoexpresión (surge a principios del siglo XX). Este modelo es totalmente distinto, ahora se deja al alumno que campe a sus anchas, es decir, se deja paso libre a la autoexpresión, quedando el maestro como un simple acompañante. Este modelo tiene influencias de Rousseau, que consideró elemental la expresividad espontánea. Además está repleto de influencias de la época, vanguardistas, y de mitos como el de pintor autodidacta, Van Gogh, y el del arte infantil.

Pero esto solo eran mitos, Van Gogh no era un pintor autodidacta y los niños no suelen utilizar la autoexpresión, más bien suelen repetir estructuras aprendidas.

El gran problema de este modelo es la contradicción que presenta. Primeramente, para qué sirve la figura del docente, si el niño utiliza únicamente la autoexpresión dónde queda la figura del maestro. Además en este modelo se da una idea totalmente falsa, es el mito del “don”, el artista nace no se hace. Obviamente es falso y cualquier niño puede aprender a dibujar, pero no mediante este modelo ya que no hay cabida a la enseñanza por parte del maestro.
Los niños no se expresan espontáneamente, digamos que necesitan un empujón. El maestro debe enseñarle técnicas, herramientas y todo lo que enriquezca su modo de expresarse. Además es interesante enseñarles a mirar con atención las cosas y a enriquecer su vocabulario técnico.
A pesar de que hemos visto que este modelo no es el adecuado, al igual que con el primero, se pueden recoger ciertos aspectos que resultan beneficiosos: autoexpresión, creatividad, reflexión, pensamiento divergente.

El dibujo es, casi siempre, la primera gran obra de los niños. Representa su primer gran tesoro expresivo ya que, a través de los dibujos los niños dicen muchas cosas de sí mismos. Puede ser que esta sea la razón por la cual muchos padres estén cada día más interesados por los dibujos que hacen sus hijos. El dibujo se puede convertir, en algunos casos, en el termómetro del estado de ánimo del niño, ya que traduce lo que el niño siente, piensa, desea, o lo que a él le inquieta, le hace alegre o triste.
Cada niño es un mundo y eso se ve en sus dibujos. Si pides a un grupo de niños que dibuje a una casita en el campo, todos los dibujos saldrán distintos. Pueden parecerse en algo, pero jamás serán iguales. Además de eso, hay que considerar que los dibujos también siguen algunas etapas que podríamos señalar como:
La etapa del garabato, de los 3 a los 6 años de edad.
La etapa del esquema, de los 6 a los 9 años de edad.
La etapa intermedia, de los 9 a los 12 años de edad.
La etapa de la reproducción fiel, de los 12 a los 14 años de edad.
La etapa de la representación espacial, a partir de los 14 años de edad.

En tercer lugar está el modelo para el desarrollo de la percepción la alfabetización visual. Éste se basa en que hay un lenguaje visual que los alumnos deben aprender y utilizarlo en el día a día. Es necesario educar al niño como consumidor de imágenes, para que no solo vea lo exterior sino que sea capaz de ver la parte subjetiva de las imágenes.
Los principales problemas de este modelo son claros. No se pueden tomar imágenes como un lenguaje simplemente, muchos autores discuten que exista un lenguaje visual propiamente dicho. Además las personas no pueden ser concebidas como consumidores de imágenes, porque como ya hemos aprendido las imágenes nos construyen. Por último, las actividades propias del modelo no son entretenidas.

En este modelo cuando hablamos de lenguaje visual nos estamos refiriendo a los aspectos más puramente técnicos, que si es necesario conocer pero no tomarlo como un único punto de vista.

Por último está el modelo para la comprensión crítica y performativa de la Cultura Visual, éste surge a finales del siglo XX y como gran novedad presenta:
Una Educación Artística más significativa, que trate los temas que son cercanos al alumno.
Más abierta y plural, abarca todo lo visual.
Es el modelo que utilizamos en clase, éste tiene como objetivo enseñar a comprender imágenes, crear una mirada crítica, observadora. Cada alumno tiene que investigar, estudiar, hacer lo posible para crear una perpectiva personal. Además se destruye el concepto del alumno como consumidor de imágenes. Lo interesante es enseñar a utilizar todo tipo de imágenes para contar una historia, por ejemplo la historia que narramos en el proyecto de la narración mediante fotografías.


Para este modelo, cualquier imagen puede ser estudiada, analizada. Pero, por supuesto, para enseñar, primero tenemos que aprender lo que nos dice. Y esto es saber ayudar a los niños a trabajar con imágenes que nos construyen a nosotros y a los que nos rodean. Esto ayudará a comprender el peso del poder en las imágenes y como los intereses trabajan para darnos visiones falsas.

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